Hoy me he encontrado con un artículo en portada de la revista Inc. que me ha gustado mucho. Además me ha coincidido muy bien en el tiempo porque ayer justo alguien me decía que eramos muy caros con respecto a lo que cobrábamos por nuestro trabajo diario. Así que no he podido evitar sentirme de algún modo identificado. No realmente por pretender ser "los mejores empleados" si no más bien porque sé perfectamente que lo que ofrecemos vale lo que pedimos o mucho más.
Pero bueno, al grano. El artículo en cuestión es este. Cuenta una historia del 1974 sobre los Pittsburg Steelers, un equipo de futbol americano. Lynn Swann, un jugador novato fue contratado como séptima incorporación desde los drafts ( es decir que los Steelers ya habían contratado antes a otros 6 jugadores mejor valorados ), y en cambio su agente Howard Slusher consiguió para él el segundo mejor sueldo entre los novatos, lo que consideró un gran logro de negociación. Que el séptimo escogido tuviese el segundo mejor sueldo de entre los nuevos no es algo habitual.
Al hacer la rueda de prensa para anunciar la incorporación, el dueño de los Steelers, Art Rooney, tuvo la siguiente conversación con el agente. Me permito traducir libremente:
- AR: Crees que nos has jodido, ¿no?
- HS: Silencio diplomático - en realidad sí pensaba que les había sacado lo máximo.
- AR: Estás equivocado. Te hemos jodido nosotros a ti. Mi hijo dice que no es un buen jugador de futbol americano. Dice que es un gran jugador de futbol americano. Probablemente la mejor elección del draft que hayamos hecho jamás. Tal vez mejor que Terry Bradshaw o Joe Greene (Rooney estaba en lo cierto y Lynn Swann llegó al Hall of Fame de los Steelers)".
A lo que Rooney continuó:
- AR: Déjame enseñarte una lección jovencito. A un buen jugador, nunca se le está pagando demasiado. Sólo a un mal jugador le puedes estar pagando demasiado. No me importa pagarle $200,000. Lo que me importa es pagarle $22,000 a un jugador que vale $20,000.
Y como comentan en el artículo, los buenos empleados tienen un enorme valor para la empresa, para los clientes, para el resto de empleados. Pero los empleados excepcionales tienen todavía muchísimo más valor. A esos no se los debe dejar marchar.
¿Qué opináis?
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